Cuando comenzó la pandemia, el equipo de la Fundación Etorkintza se volcó en cumplir su misión. Era el momento de estar, más que nunca, junto a las personas con adicciones. Ahora, el Gobierno vasco ha reconocido su labor y su participación en la respuesta que dio, junto a otras entidades vascas, para paliar el impacto de la pandemia. Salvia Hierro Zatón, directora-gerente de la Fundación, repasa junto a UNAD este último año de dificultades y también de oportunidades.
¿Qué supone para la entidad el reconocimiento realizado desde el Gobierno vasco a vuestra labor?
En primer lugar, es la satisfacción de que se reconozca una trayectoria de muchos años pero, sobre todo, es la visibilización pública de la intervención en adicciones, algo que nos va a permitir seguir mejorando y avanzando.
Este reconocimiento también representa el esfuerzo, la apuesta y la dedicación a las más de 173.000 personas con las que hemos trabajado directamente a lo largo de estos años. Reconoce el trabajo compartido con todas aquellas personas, entidades e instituciones, tanto públicas como privadas, que nos han apoyado en este tiempo y que a veces también han sufrido en este proceso.
También habéis recibido una mención especial a través de vuestra participación en el proyecto Erdu, ¿en qué consiste esta iniciativa?
Es un proyecto que surgió en pandemia como respuesta a la situación que estaban viviendo las personas con adicciones. Erdu se diseña, se define y se desarrolla con la implicación de cuatro entidades: dos en Vizcaya, Etorkintza y Fundación Gizakia, una en Álava, la Fundación Jeiki, y otra en Guipúzcoa, la Fundación Agipad. Tres de ellas somos miembros de UNAD.
Es un proyecto con varias líneas de acción. La primera se apoya en unidades móviles de manera que suponía un esfuerzo de proximidad y acercamiento a las personas con adicciones allá donde se encontraran durante el confinamiento. Luego se convirtió en un proyecto de acompañamiento, de interconexión entre los diferentes recursos y sistemas para facilitar la atención.
Su línea de atención telemática, se creó para que las personas con adicciones siguieran recibiendo atenciones online, y también generamos una web para tener un encaje con la población en general y poder canalizar y dar respuestas a dudas o consultas.
¿Qué valoración hacéis de esta unión de fuerzas entre entidades que habéis puesto en marcha en el proyecto Erdu?
Hemos trabajado conjuntamente con entidades con las que también competimos. El trabajo no desde la competencia sino desde la colaboración es un gran aprendizaje. Se puede colaborar entre iguales y así podemos generar espacios de colaboración y contraste.
Algunos de los valores que extraemos de este proyecto son la interconexión entre entidades, el compartir aprendizajes, la unificación de criterios o el aumento de la potencia de la atención. Hubiéramos tardado un año en crear este proyecto y ponernos de acuerdo entre cuatro entidades, pero lo hicimos en semana y media, y esto solo lo pudo hacer el covid.
¿De qué manera ha golpeado la pandemia a las personas con adicciones de Euskadi en este último año?
En un primer momento, el impacto de la pandemia visibilizó a las personas en situación de consumo fuera de los recursos, hizo que los recursos se confinaran y provocó que los tratamientos para las adicciones se vieran limitados. Además, también afectó al mercado negro y las vías de entrada de las drogas no eran las mismas. Detectamos adulteración de sustancias, y eso nos preocupó al igual que los síndromes de abstinencia, el consumo de alcohol en casa y en soledad y el aumento sustancial del juego online. También ha habido un incremento de las patologías mentales, sobre todo cuadros de ansiedad y estrés, en las personas con adicciones.
La pandemia ha hecho emerger necesidades y ha agravado situaciones que ya conocíamos, pero también nos da la oportunidad de actuar con agilidad desde las entidades. Al principio, la situación era de tanta incertidumbre que no sabíamos qué hacer, pero teníamos una misión y teníamos que seguir manteniéndola como pudiéramos. Pensábamos que iba a ser un año peor en cuanto a dificultades de atención, y lo hemos pasado mal, pero aquí seguimos. Esto no ha acabado.
¿Hay suficientes recursos, tanto físicos como humanos, para atender estas necesidades?
Recursos nunca hay suficientes porque las necesidades siempre van por delante de los sistemas, de la organización y de los proyectos. No es porque no se invierta ni porque no se dediquen esfuerzos, sino porque las necesidades van surgiendo continuamente y la adaptación debe ser diaria. Sí hace falta más dedicación y más estrategias de trabajo. Ir por delante de las necesidades es imposible, pero sí debemos actuar con más rapidez y agilidad.
En esta situación que estamos viendo de tanto impacto en la población tenemos que ver qué podemos hacer con las nuevas necesidades a partir de los recursos que tenemos.
¿Qué papel está jugando en este escenario el trabajo en red entre las entidades vascas de adicciones?
A nivel de entidades de adicciones en Euskadi ha habido un avance muy importante este año, y es vital si queremos dar respuestas reales a las necesidades y no seguir poniendo parches. Para mí, el trabajo en red no es coordinación entre entidades, eso ya lo hacemos. El trabajo en red nos obliga a poner a las personas en el centro y a trabajar con otros modelos. Si yo considero que soy más competente que quien tengo al lado es muy difícil trabajar. Es un ejercicio de humildad.