UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, ha participado en el I Congreso Internacional sobre Vulnerabilidad Social y Violencias Machistas organizado esta semana por el Institut Balear de la Dona (IBdona) y gestionado en colaboración con la Universitat de les Illes Balears. La entidad ha intervenido en una mesa dedicada a diversas experiencias sobre espacios de cuidados para mujeres en contextos de violencia, vulnerabilidad y consumo de drogas, de manera que UNAD ha expuesto su iniciativa de comunidades GPS (Generadoras de Saberes, Participativas y Sociales).
La vicepresidenta de la entidad, Elisabeth Ortega, ha representado a la red en el evento junto a Esther García, investigadora de la Universidad de Salamanca e integrante de su Centro de Investigación en Derechos Humanos y Políticas Públicas Diversitas, desde el cual contribuyó a impulsar el proyecto de comunidades GPS en colaboración con UNAD. "Conocemos la prevalencia de la violencia de género en mujeres con adicciones por el propio relato espontáneo de las mujeres en tratamiento y también por la iniciativa que la figura profesional tiene dentro de la intervención y la exploración y que ha identificado estas situaciones. En definitiva, estos primeros resultados nos hicieron replantearnos desde UNAD la necesidad de buscar nuevos abordajes que nos ayudaran a hacer una detección más precoz pero, sobre todo, más eficaz de la violencia de género", según ha contado Ortega. En este contexto se creó el Observatorio de Violencia de Género de UNAD para favorecer la detección temprana de esta problemática y, al mismo tiempo, facilitar recursos a las entidades socias de la red de adicciones para mejorar la intervención.
Por su parte, García ha explicado que las comunidades GPS, ya consolidadas en Salamanca y Murcia, constituyen una iniciativa pionera e innovadora del Observatorio de Violencia de Género de UNAD para abordar de forma coordinada y colaborativa la violencia de género y las adicciones. Y es que, como ha señalado, era una realidad que “las mujeres iban pasando de un recurso a otro, con el daño que eso causa de revictimización al tener que volver a contar su historia”, produciéndose “un desgaste emocional enorme” que exige “crear puentes de comunicación y construir una coordinación mucho más sistematizada".
Así, estas comunidades persiguen generar un modelo de intervención a partir del conocimiento, la colaboración y la actuación conjunta de las instituciones y entidades que brindan atención a mujeres con adicciones que sufren violencia de género. El objetivo final de esta cooperación sería el de brindar una atención integral, unificada y coordinada que se focalice en las necesidades específicas de las mujeres.