15 octubre 2009
Las terapias de la adicción a la heroína y el crack funcionan

Después de seis meses, la mayoría de los pacientes logra abandonar el consumo, según un estudio realizado en Londres, en el que se señala que las estrategias psicológicas y farmacológicas han mejorado significativamente


Es difícil escapar de las garras de las drogas, pero no imposible.
Gracias a la mejora de los tratamientos, las cifras de ex toxicómanos
han aumentado. Dos tercios de los adictos a la heroína y al crack
(forma fumada de la cocaína) que se someten a terapia abandonan el
consumo o lo reducen significativamente, según un estudio sobre la
eficacia de los programas de deshabituación en Inglaterra.

El trabajo, publicado en «The Lancet», muestra la evolución de más de 14.000 pacientes que fueron tratados durante un mínimo de seis meses.

Las cifras de abstinencia durante los 28 días previos a la última revisión clínica fueron muy elevadas: el 42% de los heroinómanos y el 57% de los consumidores de crack.
Un
porcentaje no desdeñable de quienes no lograron abandonar las
sustancias lograron, al menos, reducir su consumo: el 29% de los que
estaban «enganchados» a la heroína y el 8% de aquellos que fumaban
cocaína.
Sin embargo, las tasas de éxito fueron inferiores
entre quienes eran adictos a ambos estupefacientes.

Los autores
conjeturan que, si ya es difícil dejar una, todavía es más complejo
cambiar de hábitos frente a dos sustancias altamente adictivas.
La
elección de la heroína y el crack para evaluar la eficacia de los
programas de desintoxicación no es casual. «Son las dos drogas que
producen más deterioro a nivel biológico, psicológico y social»,
explica Alberto Sancho, médico de la Unidad de Conductas Adictivas de
Xátiva (Valencia).

Este experto considera que los resultados obtenidos en el estudio inglés son extrapolables a España, ya que en nuestro país también nos hemos beneficiado de las numerosas aportaciones al arsenal terapéutico.

En
el caso de la adicción a la heroína, la administración de metadona es
la terapia fundamental, acompañada de una intervención psicológica.
Para la cocaína no existe ningún fármaco específico, por lo que las
tácticas se basan más en el control de los síntomas, recurriendo a
distintos fármacos y a los métodos más eficaces de la psicología.
«Las estrategias motivacionales y de prevención de la recaída han evolucionado mucho», valora Sancho. «El pacto terapéutico con el paciente es la mejor herramienta», añade.

Los
avances en el conocimiento de la neurología y la psiquiatría también
han aportado armas muy valiosas al tratamiento de las adicciones, como
los fármacos eutimizantes (que estabilizan el estado de ánimo), los
antidepresivos y los antipsicóticos.

Otra de las claves del buen funcionamiento de las terapias es que las toxicomanías se abordan actualmente con una visión global,
teniendo en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales.
«Hay que tener en cuenta las patologías psiquiátricas que producen las
drogas, pero también los problemas orgánicos, que pueden ser
neurológicos, cardiacos, hepáticos…», apostilla el galeno.
Sancho
se muestra optimista respecto a las perspectivas de recuperación de las
personas adictas, aunque reconoce que un buen número de ellas no acude
nunca a un centro de deshabituación.
Pero la gran mayoría de quienes sí recurren al sistema sanitario logran superar el problema o, como mínimo, mejorar notablemente su calidad de vida.

El
especialista en drogadicción desmiente la imagen de las unidades de
conductas adictivas como lugares en los que predominan los pacientes
«irrecuperables». «Los médicos internos residentes (MIR) que se forman
conmigo suelen decir que se esperaban otra cosa. Sin embargo, ven
muchos resultados positivos», aclara.