10 diciembre 2009
Los alumnos de un instituto asturiano visitan la cárcel de Villabona y son aleccionados contra el consumo de estupefacientes por los presos

Los presos del «Módulo sin drogas» del Centro Penitenciario de
Villabona les contaron a los alumnos del ÍES Sánchez Lastra de Mieres
«su experiencia personal con la droga, lo que les pasó, como creían que
podían con todo y como poco a poco se iban dando cuenta de que no
controlaban y de que los amigos empiezan a fallar cuando al principio
pensaban que eran los que más les iban a ayudar», relata Isabel
Álvarez, orientadora del Instituto, que acompañó el pasado martes 1 de
diciembre a los alumnos hasta el Centro Penitenciario.


Esta visita sirve para que «los chavales vean los efectos que puede
causarles en el resto de su vida el inicio en el consumo de drogas»
asegura Álvarez. Los alumnos, de primero y segundo de bachillerato (que
tienen entre 16 y 17 años), son colocados frente a frente con los
presos. «Vamos a una sala del Módulo, a un aula grande. De un lado
están los presos junto con sus profesores y demás personal que trabaja
en el área educativa del Módulo y del otro estamos nosotros». Una vez
allí, son los profesores de los presos los que establecen «una dinámica
de intervención por ambas partes». «Van dando paso para que se
intercambien ideas de ambos lados», dice la orientadora, que explica
como son precisamente «los presos más jóvenes, de 18 años, los que más
hablan con los alumnos».

A continuación, después de esa charla en grupo, los alumnos
se dividen en equipos de 5 a 6 personas «para que tengan un diálogo más
cercano con los presos». «Conocen la celda, cómo son, cómo es su vida
allí, cómo se sienten. También conocen las características específicas
de este módulo, que es una de las partes mejor acondicionadas de
Villabona», dice Isabel Álvarez, y explica que los presos de este
Módulo han tenido que demostrar que están dispuestos a «dejar la droga,
que van a colaborar, que no han tenido comportamientos violentos». Por
lo tanto, se respira un ambiente de «compañerismo». «Son gente muy
atenta, que pone mucho interés y mucha atención y que muestra una gran
generosidad con nosotros», asegura.

La orientadora defiende esta iniciativa y considera que se
trata de una experiencia muy positiva porque los alumnos quedan
«impresionados» cuando los presos cuentan los problemas que les ha
provocado la adicción a las drogas en «la salud, con los hijos, como
luego empezaron a traficar y como terminaron por perder la libertad».

Esta visita anual, que surgió del profesor de religión del
IES Sánchez Lastra comenzó a realizarse hace 7 años, aunque este
Instituto regresó en 2009 después de que el año pasado no pudieran
llevarla a cabo y Álvarez cuenta como «a muchos de los presos ya los
conocemos de otros años pero nosotros salimos por la puerta y ellos
quedan allí, algunos por muchos años».