13 septiembre 2010
Los expertos de Naciones Unidas advirten que las cárceles diseminan el sida

El consumo de drogas con jeringuillas usadas, los tatuajes y «piercings» realizados sin las mínimas condiciones higiénicas, así como las violaciones y relaciones sexuales son algunas de las causas de que la prevalencia del sida y la tuberculosis en las prisiones sea mucho mayor al resto de la sociedad.


En todo el mundo hay unos 30 millones de encarcelados, que tienen una tasa de prevalencia del sida superior en entre 1,5 y 50 puntos porcentuales al resto de la sociedad. «Las prisiones suponen una tormenta perfecta para una larga lista de asuntos sanitarios», explicaba Andrew Bell, experto del departamento de VIH de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la Conferencia Internacional SIDA 2010.

 

El experto aseguró que las prisiones acogen a personas que por su situación personal, ya sea por la marginación o su exposición a las drogas, tienen «un riesgo especial de tener sida, tuberculosis o hepatitis», y además carecen de la apropiada atención sanitaria en los centros penitenciarios. «Las prisiones también actúan como un mecanismo que bombea sida y tuberculosis a la sociedad», indicó Christian Kroll, de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD), ya que muchos convictos, una vez que han salido de las cárceles, tienen comportamientos que aumentan los riesgos de infección. El hecho de que muchos sistemas penitenciarios estén desbordados por la superpoblación carcelaria y de que los servicios sanitarios no pueden atender a los presos de forma adecuada es otra de las causas de la propagación del sida.

 

También el hecho de la homosexualidad interna, contribuye a la expansión del sida.

 

En América Latina, Argentina y Brasil son dos ejemplos de países que claramente quieren mejorar la situación en las cárceles y que se están esforzando en este sentido. Uno de los problemas a los que se enfrentan muchos países es que no hay siquiera estudios que valoren la situación en las cárceles, por lo que carecen de una base para iniciar un cambio en sus prácticas.