El   regreso del éxtasis (presente en el MDMA, MD, pastillas,  cristal…) ha   aumentado la cantidad y mejorado la pureza del  suministro respecto a   2009, pero sólo en algunas zonas de España.
También han ganado peso nuevas sustancias. La policía pone el foco,  además de en la ketamina, en el BZP y el éxtasis líquido (GHB). BZP,  considerada muy tóxica por los expertos, es una sustancia usada en  tratamientos veterinarios   que empezó a usarse como droga en Nueva  Zelanda en 2000. En Europa,   donde llegó bajo el sugerente nombre de la  «pastilla de la fiesta», la   UE la incluyó en el listado de sustancias  psicotrópicas en 2008, después   de que algunos países certificasen  varias muertes de jóvenes tras su   consumo.
El   GHB, a pesar del nombre con el que es conocido, no tiene nada  que ver   con el éxtasis. Tampoco el GBL, un derivado de aquél que  siempre se ha utilizado como disolvente de compuestos plásticos   en la  industria y que ahora está cada vez más presente en los locales   de  ocio. El efecto depresor de ambas sustancias contrasta con la euforia    que produce el éxtasis.
¿Por   qué se cortó el suministro de éxtasis a finales de 2008? Es  una   incógnita. «Lo que está claro es que falló uno de los primeros  eslabones   de la cadena», opina Ventura. «Una teoría apunta a que los  Juegos   Olímpicos de China cerraron las fronteras del gigante  asiático», añade.   En varios países asiáticos crece el sasafrás, un  árbol de cuyas semillas   se extrae un aceite muy oloroso. Este líquido  contiene safrol, una   sustancia básica para la síntesis del éxtasis.
La   llegada de nuevas drogas a los fines de semana ha traído  riesgos. «Al   desconocer las sustancias, los consumidores no saben  cuánta cantidad   deben tomar ni los tiempos que tardan en hacer  efecto», advierte Ricardo   Caparrós, miembro de Ai Laket, una  organización similar a Energy   Control con sede en el País Vasco.
Los tiempos dependen de las   características de la sustancia, del  consumidor, del entorno y de cómo   se tome. Por vía intravenosa o  esnifada llega antes a la sangre que   fumada o ingerida. El efecto es  casi inmediato. Por las otras vías, el   punto álgido del viaje puede  tardar dos horas. «Durante la espera, algunos piensan que no les ha  hecho efecto, aumentan la dosis y las consecuencias pueden ser muy  peligrosas», alerta Caparrós.
El   descontrol con las nuevas sustancias no es tan frecuente, por  ejemplo,   con la cocaína, que aún es la más cotizada. El precio desde  mediados de   la década de 1990 se ha mantenido estable: 60 euros por  gramo (para   entre 10 y 20 rayas). Incluso se puede encontrar ahora por  precios más   económicos, hasta 50 euros. Los últimos años, su forma de  consumo ha   variado y, además de inhalarse e inyectarse en vena,  también se fuma,   por ejemplo, combinada con heroína.