22 noviembre 2008
El 4% de consumidores de cocaína es adicto a los 12 meses de iniciar su consumo

El objetivo del informe
es contribuir a derribar falsos mitos en torno a la cocaína,
e incrementar la información científica sobre esta
droga a ciudadanos y a profesionales. En España, la cocaína es la responsable
de 6 de cada 10 ingresos hospitalarios de los pacientes atendidos
en urgencias por sobredosis

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El Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías
cifra en 12 los millones de personas entre 15 y 64 años que
en la UE han consumido cocaína alguna vez en la vida. De
ellos, 7,5 millones (5,3%) están entre los 15 y los 34
años.

Durante el consumo de cocaína, el riesgo de
sufrir un infarto es 24 veces mayor al que se tiene en una
situación normal. Este riesgo se prolonga durante una hora
después de su consumo. El 50% de los consumidores que ha desarrollado una
dependencia puede sufrir una paranoia inducida por cocaína,
al cabo de los tres años de consumo regular. Actualmente no existe ningún fármaco capaz de
bloquear los efectos de la cocaína en el organismo ni de
facilitar la abstinencia.

La
cocaína es una droga altamente adictiva: el 4% de los
consumidores desarrolla una adición a los 12 meses de haber
empezado a consumirla. Ésta es una de las
principales conclusiones del Informe sobre Cocaína,
elaborado por la Comisión Clínica de la
Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas,
que recoge las últimas evidencias científicas sobre
los efectos de la cocaína en la salud, el proceso de
adicción, los avances en el tratamiento y la
investigación.

El informe lo ha presentado el secretario general de Sanidad,
José Martínez Olmos, en una reunión de
técnicos en drogodependencias, que participan en el III
Seminario de Formación sobre la Cocaína, que se
celebra en la sede del Plan Nacional sobre Drogas. Martínez
Olmos ha estado acompañado por la delegada del Gobierno para
el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, y por el psiquiatra
Carlos Álvarez Vara, miembro de la Comisión
Clínica y uno de los autores de este volumen.

El secretario general ha subrayado que el objetivo de este
informe es contribuir a derribar mitos en torno a la
cocaína, “como apoyo crítico frente a la falsa
idea reinante de que con la cocaína no pasa nada”.

También es interés del Ministerio de Sanidad y
Consumo dar más información basada en la evidencia
científica a los ciudadanos y profesionales. Y es que, como
recoge el prólogo, “el consumo de cocaína trae
serias consecuencias y a veces, puede matar”.

La cocaína es la segunda droga ilegal más
consumida en la Unión Europea y en España,
después del cannabis. El último informe del
Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT) cifra
en 12 los millones de personas de entre 15 a 64 años que en
la UE han consumido cocaína alguna vez en la vida. De ellos,
7,5 millones (5,3%) están entre 15 y 34 años.

El consumo de cocaína ha seguido una tendencia creciente
en los últimos años en toda Europa. Sin embargo, el
OEDT refleja una estabilización del consumo de esta
droga en aquellos países con mayor prevalencia de consumo en
los últimos años, como España y Reino
Unido.

Concretamente, en España los datos epidemiológicos
más recientes (Encuesta Escolar 2006-2007 y Domiciliaria
2007-2008) apuntan a la estabilización entre la
población adulta y al descenso en el caso de los
adolescentes: el 3% de la población adulta ha
consumido cocaína en los últimos 12 meses,
lo que se reduce al 1,6% en consumos en el último mes. Esto
refleja un cambio en la tendencia creciente en el consumo de
cocaína de los últimos años.

Entre la población escolar, el consumo de cocaína
ha descendido más de 3 puntos en sólo dos
años. En 2006, el 4,1% de los escolares de 14 a 18
años ha consumido cocaína alguna vez en los
últimos 12 meses, frente al 7,2% de 2004.

Al igual que en el resto de Europa, en España el consumo
se concentra sobre todo en los jóvenes de 15 a 34
años, perfectamente integrados en la sociedad y que
han incorporado la cocaína como instrumento de
socialización y para un aumento de la duración e
intensidad de la diversión en su tiempo de ocio.

Según la última Encuesta Domiciliaria
2007-2008, el 2,9% de los jóvenes
de 15 a 34 años ha consumido cocaína
en los últimos 30 días, frente al 1,6% de la
población adulta. Los datos revelan una
estabilización del consumo de cocaína en este sector
de la población. Este consumo aumenta con la edad: a los 14
años, el 0,8% de los estudiantes asegura haber consumido
cocaína en los últimos 30 días,
proporción que se multiplica por siete (5,9%) a los 18
años.

El informe analiza el tipo de cocaína, las pautas, las
vías y la frecuencia del consumo de esta droga. En
España los consumidores, integrados socialmente la inmensa
mayoría, consumen cocaína en polvo, por vía
nasal (esnifada).

Se trata de un consumo de carácter
esporádico y recreativo, asociado a salir de
marcha, las discotecas, la noche y el fin de semana. Es frecuente
que hay consumo oculto en el exterior de los locales de ocio.

Este grupo de población gasta una media de 30
euros por sesión de consumo y, entre ellos, es más
frecuente salir por la noche y alargar más las salidas
nocturnas. El consumo de crack es minoritario en nuestro
país.

Como subraya el informe, la cocaína es una droga
con un elevado potencial adictivo y su consumo continuado conlleva
la aparición de dependencia. Los datos de demanda
de tratamiento por consumo de cocaína en todo el mundo
corroboran lo que ya ha demostrado la evidencia
científica.

Según la ONUDD, la cocaína es la droga en
la que más ha aumentado la demanda de tratamientos en todo
el mundo: en 2005 representaba el 8% del total de los
tratamientos, frente  al 3% en 1997.

En España, en urgencias, la cocaína es la droga
más mencionada en la historia clínica por
reacción aguda a sustancias psicoactivas (63,4% del total),
según el último informe del Observatorio
Español sobre Drogas. También es la droga que
más demandas de tratamientos genera en este momento (46,9%).
Asimismo, ocupa el primer puesto en demandas de tratamiento
entre pacientes que solicitan ayuda médica por primera vez
en la vida (62,1%).

Desde que se empieza a consumir (20,9 años de media)
hasta que se solicita tratamiento por primera vez, suele pasar un
promedio de entre 6 y 8 años. En cuanto al impacto en la
mortalidad registrada por consumo de drogas, los datos del OED
revelan que en 2005 la cocaína estaba presente en el
69,2% de todas las muertes por consumo de drogas
notificadas, frente al 24,7% de 1995.

El informe también destaca que el consumo de
cocaína produce importantes daños en el organismo,
especialmente en el sistema cardiovascular y nervioso central a
edades tempranas, en las que no cabría esperar la
aparición de esta patología. Estos daños
pueden producirse por consumo crónico o agudo en personas
susceptibles. El corazón y el cerebro son los
órganos más dañados por el consumo de
cocaína.

Así, el consumo de cocaína puede provocar
crisis epilépticas, que se presentan entre
el 2% y el 8% de los consumidores que acuden a urgencias, infartos
y hemorragias cerebrales, miocardiopatía dilatada, arritmias
e isquemia miocárdica.

Diferentes estudios muestran que
el riesgo de infarto de miocardio es 24 veces superior al
normal durante una hora tras el consumo de
cocaína.

La cefalea es la complicación más
frecuente entre los consumidores de cocaína. Se da
entre un 60% y un 70% de los cocainómanos y representa el
12% del motivo de las consultas relacionadas con cocaína. La
cefalea se relaciona con el perfil temporal de la acción
vascular de la droga: se presenta inmediatamente tras la
administración o aparece en fase de abstinencia.

El informe también aborda las complicaciones
psiquiátricas frecuentes entre los consumidores de
cocaína, entre las que destacan la esquizofrenia paranoide.
La paranoia inducida por cocaína puede llegar a
afectar al 50% de los consumidores que han desarrollado
dependencia a esta droga, al cabo de los tres años de
consumo regular. Otros problemas psiquiátricos y del
comportamiento presentes entre los cocainómanos son los
trastornos delirantes, los trastornos del estado de ánimo y
las crisis de pánico.

Como recoge el informe, el consumo de
cocaína mezclada con alcohol aumenta el riesgo
cardiovascular, la agresividad y los comportamientos
violentos. Durante la intoxicación
alcohólica, el consumo de cocaína produce una falsa
sensación de sobriedad que puede dar lugar a conductas de
riesgo. 

Por otro lado, los autores de este informe destacan que los
consumidores de cocaína tienen mayor riesgo de padecer
infecciones de transmisión sanguínea o sexual
que la población general de la misma edad.

Estas prácticas de riesgo son más frecuentes entre
los inyectores de cocaína que de heroína, porque el
efecto euforizante de la cocaína inyectada desaparece a los
30-45 minutos.

Algunos consumidores de cocaína llegan a
inyectarse muchas más veces al día que los
heroinómanos, que se inyectan por término medio entre
3 ó 4  veces al día.

Sin embargo, los expertos alertan de una gran parte de
los consumidores de cocaína ni siquiera conocen su estado
serológico. Los datos del último informe del
OED revelan que el 62% de los admitidos a tratamiento por
cocaína, independientemente de la vía de consumo
utilizada, no se había realizado la prueba del sida o
desconocía los resultados, frente a un 38% de las personas
en tratamiento por heroína.

En el grupo de consumidores de cocaína que sí
conocía su estado serológico frente al VIH,
un 2,1% era positivo.

Hoy en día no se dispone de ningún
fármaco capaz de bloquear los efectos de la cocaína
ni de facilitar la abstinencia, por lo que el tratamiento
de la adición es mixto (farmacológico
sintomático y psico-social).

Sin embargo, en la actualidad se están llevando a cabo
importantes avances en el ámbito de la investigación
básica y clínica para identificar fármacos y
terapias inmunológicas (conocidas popularmente como vacunas)
eficaces en la prevención y tratamiento de la
adicción a cocaína. La investigación en
inmunoterapia busca tratamientos que impidan que la cocaína
llegue al sistema nervioso central. 

En el caso de que esta línea de investigación
demostrase su eficacia clínica, las vacunas frente a la
cocaína estarían orientadas al tratamiento de
sobredosis, la reducción de recaídas de uso de drogas
y la protección contra el riesgo de exposición.