Crystal Meth es una poderosa metanfetamina que ha logrado abrirse
paso en el mercado por su similitud con el éxtasis. Esta droga es una
sustancia estimulante muy adictiva que tiene efectos irreversibles en
el sistema nervioso. Igualmente, causa aceleración en el pulso
cardiaco, incrementa la temperatura corporal y genera insomnio que
puede durar hasta 2 semanas.
Lo más preocupante es que su consumo tiene un alto grado de
adicción, incluso peor que el de la heroína. Al principio son
imperceptibles las graves consecuencias para la salud, tanto así, que
quien la ingiere habitualmente siente que controla la situación, pero
al cabo de un tiempo la crisis esquizofrénica se sale de las manos.
Generalmente se comercializa en bares y discotecas de música
electrónica, pues sus efectos que duran hasta ocho horas permiten que
quien la consume logre bailar toda la noche sin sentir cansancio.
La curiosidad de la nueva generación hace que se pase por alto las
contraindicaciones que el consumo de Crystal Meth conlleva, y pesan más
los trastornos cómo: la distorsión visual, pérdida de percepción del
tiempo, la sensibilidad y la identidad. Las secuelas degenerativas son
aceleradas y pueden producir la caída de los dientes y deterioro de la
piel.
Se vende en pequeños sobrecitos transparentes. Su aspecto
polvoriento y cristalino resulta muy parecido a la cocaína o a la
ketamina, otra droga sintética conocida como ‘Special K’.
La concejal de Bogotá Patricia Mosquera, fue la primera en alertar
de su consumo, y dijo que lo más preocupante es rastrear su tráfico,
pues el camino desde el productor hasta el consumidor final no tiene
mayores intermediarios y se puede fabricar en laboratorios clandestinos
y en cualquier lugar de la ciudad.
La fuerza pública no las enfrenta con todo el peso de la ley porque
aún no están posicionadas como la marihuana o la cocaína.
El gran
monstruo en la producción de estas sustancias es el continente europeo,
países como Holanda, Inglaterra y España son los pioneros en exportar
los alucinógenos a naciones de Sur América que aún no han establecido
tareas de inspección.
El Crystal Meth no es la única droga que toma fuerza, la ketamina, el
popper y el LSD son bien conocidas por los jóvenes. Estos alucinógenos
en principio no se conocían por el efecto contraproducente y
perturbador que genera al estado físico y mental de quienes la
ingieren, hoy en día la juventud la utiliza para tergiversar por
completo el fin original de esas sustancias.
La ketamina es una droga que utilizan los veterinarios como
anestésico y tranquilizante para animales, su efecto es tan poderoso
que se usan cantidades mínimas, cuatro miligramos por un peso de 90
kilos.
Juan Camilo Tobón es un estudiante universitario que cuenta su
experiencia con esta droga, afirma que el efecto dura de 1 a 2 horas.
“Siento mucho calor, levito, los colores se ven muy brillantes, cuando
cierro los ojos alucino, me vuelvo importaculista”.
El anestésico es una pasta compacta que necesita calentarse a fuego
alto para que se vuelva un polvo, parecido a la cocaína, se puede
inhalar o fumar.
El popper inicialmente se usaba para limpiar las partes de adentro
de computadores y televisores. En la época de los setenta y principios
de los ochenta la comunidad gay lo utilizaba como dilatador anal.
Hoy en día el “boxer” de los ricos, como se ha empezado a denominar
por la sociedad, se inhala con frecuencia en las rumbas electrónicas.
Los expendedores no tienen restricción alguna para vender el popper,
pues los sex shop suministran esta sustancia al conocer de antemano que
uno de los efectos del alucinógeno es el aumento en la actividad sexual.
La presentación del popper es en un frasco de vidrio oscuro pequeño;
el líquido tiene un olor tan fuerte que al ser inhalado entra en
contacto con el sistema nervioso central y produce extrema relajación.
El potente vasodilatador tiene un efecto muy corto, 10 a 20 segundos
dura el trance, esto hace que se consuma con mayor frecuencia causando
en el momento dependencia psicológica y a largo plazo daños físicos al
afectar el cerebro y aumentar la frecuencia cardiaca.
La época de los setenta estuvo marcada por la marihuana, los noventa
por la cocaína y la heroína. Este milenio se ha caracterizado por el
consumo de las drogas químicas dejando grandes dividendos para sus
expendedores.